Hace poco apareció la noticia (parece que aun pendiente de confirmación) de que Twitter permitiría textos de hasta 10.000 caracteres (unas diez páginas de un libro de formato pequeño), y unos meses antes se había empezado a permitir enviar mensajes directos de más de 140 caracteres. La causa de estos cambios es el estancamiento de la empresa en número de usuarios, en rentabilidad y en inversiones. Es posible que ese estancamiento sea irreversible, dado que las aplicaciones posteriores concebidas para los teléfonos móviles le sacan mucha ventaja a la hora de pensar en la mensajería instantánea, mientras que como red social, especie de tertulia particular, Facebook es más eficiente.
Lo que ofrece Twitter como ventaja específica es la capacidad de llegar a mucha más gente, dado que algunas cuentas tienen decenas de millones de seguidores. Su momento de gloria, cuando alcanzó una gran expansión y mostró sus posibilidades, fue con ocasión de las elecciones iraníes de 2009. Ya entonces mostró su utilidad para divulgar rápidamente y con tremendos resultados consignas y mensajes breves.
De ese modo, la red social se volvió el medio ideal para la propaganda política, dado que los bulos y las frases ingeniosas no pasan por el filtro de ninguna entidad responsable, como ocurre en el periodismo. La selección de diez temas de actualidad y la facilidad de las búsquedas creando enlaces simplemente escribiendo # antes del texto multiplican esas posibilidades.
La lectura de tuits de amigos y afines ideológicos redujo el protagonismo de muchos periodistas importantes, que han desarrollado una clara aversión a esta red. A lo cual se suma la "democratización" de las opiniones: la vociferación de los más termina imponiéndose siempre y no es posible llegar, por las características del medio, a una discusión seria.
Pero esos periodistas (Fernando Savater e Ignacio Camacho, entre otros) se indignan por la vulgaridad reinante y no ven la tremenda eficacia que el medio tiene para quienes pueden dominarlo y controlarlo. En España sirvió para que se complementara con la televisión, dedicada en algunos casos a un publirreportaje perpetuo del partido financiado desde Sudamérica, a la hora de agitar conciencias y llevar la propaganda hasta el último rincón: el relativo triunfo de los chavistas en las recientes elecciones tiene mucho que ver con eso.
Esa combinación de presencia incesante de la propaganda y de intimidación de cualquiera que discrepe es característica del comunismo y sin duda tuvo un gran impacto en el sindicalismo del siglo XIX y aun en las revueltas de 1848, tal vez incluso en la Revolución francesa. En los años treinta era ya una industria eficaz que determinó el ascenso de los totalitarismos, pues los fascistas y nazis sólo copiaban lo que se había hecho en Rusia antes. Ese "conocimiento" acumulado de la Komintern se mantuvo en todos los partidos comunistas y constituye la base de la tecnología que han exportado los cubanos a sus franquicias de toda Sudamérica.
Lo que ofrece Twitter como ventaja específica es la capacidad de llegar a mucha más gente, dado que algunas cuentas tienen decenas de millones de seguidores. Su momento de gloria, cuando alcanzó una gran expansión y mostró sus posibilidades, fue con ocasión de las elecciones iraníes de 2009. Ya entonces mostró su utilidad para divulgar rápidamente y con tremendos resultados consignas y mensajes breves.
De ese modo, la red social se volvió el medio ideal para la propaganda política, dado que los bulos y las frases ingeniosas no pasan por el filtro de ninguna entidad responsable, como ocurre en el periodismo. La selección de diez temas de actualidad y la facilidad de las búsquedas creando enlaces simplemente escribiendo # antes del texto multiplican esas posibilidades.
La lectura de tuits de amigos y afines ideológicos redujo el protagonismo de muchos periodistas importantes, que han desarrollado una clara aversión a esta red. A lo cual se suma la "democratización" de las opiniones: la vociferación de los más termina imponiéndose siempre y no es posible llegar, por las características del medio, a una discusión seria.
Pero esos periodistas (Fernando Savater e Ignacio Camacho, entre otros) se indignan por la vulgaridad reinante y no ven la tremenda eficacia que el medio tiene para quienes pueden dominarlo y controlarlo. En España sirvió para que se complementara con la televisión, dedicada en algunos casos a un publirreportaje perpetuo del partido financiado desde Sudamérica, a la hora de agitar conciencias y llevar la propaganda hasta el último rincón: el relativo triunfo de los chavistas en las recientes elecciones tiene mucho que ver con eso.
Esa combinación de presencia incesante de la propaganda y de intimidación de cualquiera que discrepe es característica del comunismo y sin duda tuvo un gran impacto en el sindicalismo del siglo XIX y aun en las revueltas de 1848, tal vez incluso en la Revolución francesa. En los años treinta era ya una industria eficaz que determinó el ascenso de los totalitarismos, pues los fascistas y nazis sólo copiaban lo que se había hecho en Rusia antes. Ese "conocimiento" acumulado de la Komintern se mantuvo en todos los partidos comunistas y constituye la base de la tecnología que han exportado los cubanos a sus franquicias de toda Sudamérica.
Es decir, Twitter es simplemente el medio en el que en estos años se ha ejercido el Agitprop y la intimidación que han sido la norma en las universidades colombianas durante más de medio siglo, pero en España no se vivía un ambiente así y los periodistas terminan culpando al medio, matando al mensajero por no querer ver la organización eficaz que hay detrás. Por ejemplo, Arcadi Espada dice en un artículo titulado "Suicidio ampliado de la razón":
Es grave que un periodista brillante caiga en esa renuncia. En Venezuela la oposición lleva muchos años haciendo frente al Agitprop del régimen en Twitter con buenos resultados, bien que antes ha tenido que sufrir lo indecible. ¿Se les dice a los activistas demócratas y liberales que son unos tontos y que forman parte de una organización metódica de malvados?
La ex diputada del PP y portavoz de la plataforma Libres e Iguales Cayetana Álvarez de Toledo llega a decir ante el acoso de los sicarios chavistas: "Twitter es un vertedero, la tumba de la inteligencia". Y después "Sí, Twitter está arrasando con la política y el periodismo cultos, esforzados, incisivos e inteligentes".
La verdad es que el formidable narcoimperio cubano es el que anima ese ruido y llena el ágora de odio, vulgaridad y estupidez. No le veo sentido a que Espada y Álvarez de Toledo le atribuyan al medio esas características. Ni que el periodismo serio esté amenazado por Twitter.
Lo que debería importar es por qué en España se ha permitido esa hegemonía de unos personajes ignorantes, sectarios, violentos y groseros. Los demás partidos parecen carentes de discurso y aun de ambición para ocupar ese espacio. Se dice que el PP tiene 800.000 militantes y bastaría que uno de cada mil participara en esta red social para cuestionar seriamente la hegemonía profesionalizada de los totalitarios. Pero tal como los blanquean y nunca hablan de su financiación exterior ni del contenido criminal de sus políticas, también les dejan la plaza libre en Twitter.
Twitter no es la tumba de la inteligencia, es el medio de expresión que más fácilmente permite a cualquiera participar y que usan hábilmente los nada tontos estrategas cubanos para implantar la tiranía en España, mientras las estrellas del periodismo culpan al invento de unos ingenieros informáticos del éxito del crimen organizado.
El linchamiento de la candidata de C’s demuestra hasta qué punto el ejercicio de la razón se ha convertido en España en una forma suprema de valor, y cómo twitter ha dejado de ser el espontáneo refugio de tantos tontos para convertirse en una organización metódica de malvados.Con lo que esa "organización metódica" no es la franquicia cubana sino la red Twitter, debido a que los recursos, la seducción fácil del discurso (que llevan mucha décadas oyendo los españoles en las escuelas) y la hegemonía totalitaria en las universidades les permite a los de Podemos una notoria hegemonía.
Es grave que un periodista brillante caiga en esa renuncia. En Venezuela la oposición lleva muchos años haciendo frente al Agitprop del régimen en Twitter con buenos resultados, bien que antes ha tenido que sufrir lo indecible. ¿Se les dice a los activistas demócratas y liberales que son unos tontos y que forman parte de una organización metódica de malvados?
La ex diputada del PP y portavoz de la plataforma Libres e Iguales Cayetana Álvarez de Toledo llega a decir ante el acoso de los sicarios chavistas: "Twitter es un vertedero, la tumba de la inteligencia". Y después "Sí, Twitter está arrasando con la política y el periodismo cultos, esforzados, incisivos e inteligentes".
La verdad es que el formidable narcoimperio cubano es el que anima ese ruido y llena el ágora de odio, vulgaridad y estupidez. No le veo sentido a que Espada y Álvarez de Toledo le atribuyan al medio esas características. Ni que el periodismo serio esté amenazado por Twitter.
Lo que debería importar es por qué en España se ha permitido esa hegemonía de unos personajes ignorantes, sectarios, violentos y groseros. Los demás partidos parecen carentes de discurso y aun de ambición para ocupar ese espacio. Se dice que el PP tiene 800.000 militantes y bastaría que uno de cada mil participara en esta red social para cuestionar seriamente la hegemonía profesionalizada de los totalitarios. Pero tal como los blanquean y nunca hablan de su financiación exterior ni del contenido criminal de sus políticas, también les dejan la plaza libre en Twitter.
Twitter no es la tumba de la inteligencia, es el medio de expresión que más fácilmente permite a cualquiera participar y que usan hábilmente los nada tontos estrategas cubanos para implantar la tiranía en España, mientras las estrellas del periodismo culpan al invento de unos ingenieros informáticos del éxito del crimen organizado.
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