No llega la buena nueva
Entre la marea de noticias que aparecen cada día en Colombia, muchas de ellas promovidas por la conjura terrorista, indistinguible del régimen, va saliendo una cosa clara: la situación de Santos es complicada y los resultados de su gobierno son cada vez más claramente funestos. La negociación de paz (como la llaman) ha conducido en la práctica a un alto al fuego bilateral que no desactiva la amenaza terrorista sino que la multiplica gracias al reconocimiento e impunidad garantizada de los criminales, que extorsionan mucho más y producen mucha más cocaína, y sin duda participan en las actividades del clan Úsuga y otras bandas, como el ELN, gracias a las cuales llenan sus arcas y se preparan para el asalto final.
Pero tampoco hay quien se entere
Pero esos resultados no son evidentes para los colombianos de las ciudades porque la "guerra" o "conflicto" es algo que no viven directamente. Sólo sus frutos (los funcionarios y profesores, riquísimos gracias al poder persuasivo de la CUT que es una organización del Partido Comunista tan importante como las FARC, o más), o alguna incomodidad si se les ocurre molestarse por los crímenes delante de los superiores sociales que disfrutan de los privilegios que les consiguen los niños bomba (los demás). Mientras no se ponga el acento sobre esa relación entre las atrocidades terroristas y la clientela funcionarial, la propaganda seguirá engañando y los criminales más dañinos seguirán operando sin incomodidad ni reproche.
Más cocaína, más corrupción, más dificultades económicas
La popularidad de Santos no se va a recuperar porque las dificultades económicas de la mayoría de los colombianos irán en aumento, al igual que la indignación con el robo sin límites de estos años. Pero también en el exterior es evidente que mengua el optimismo que la propaganda había generado entre los que no entienden nada de Colombia y quieren apuntarse a las buenas causas. La arrogancia de los terroristas y la filtración de información que oculta la prensa (un muerto en Israel ocupa miles de veces más espacio en los medios internacionales que un muerto en Colombia) terminan mostrando lo que es la tal paz. Sólo el que carece de la menor honestidad se atreve a sugerir que los terroristas van a abandonar sus fabulosos negocios, que tanto poder y rentas les han generado. El que entienda el inglés puede ver una muestra de esa desfachatez en este escrito del activista pro-FARC Adam Isacson. Pero para el resto del mundo todo es evidente: sólo se trata de implantar otro régimen bolivariano. La forma en que, por ejemplo, describen a Santos Jaime Bayly o Carlos Alberto Montaner ya es muestra de que para un sector creciente de la opinión internacional se trata sólo de otro sátrapa bolivariano.
Y encima persecución, iniquidad y cinismo
Entre la marea de noticias que aparecen cada día en Colombia, muchas de ellas promovidas por la conjura terrorista, indistinguible del régimen, va saliendo una cosa clara: la situación de Santos es complicada y los resultados de su gobierno son cada vez más claramente funestos. La negociación de paz (como la llaman) ha conducido en la práctica a un alto al fuego bilateral que no desactiva la amenaza terrorista sino que la multiplica gracias al reconocimiento e impunidad garantizada de los criminales, que extorsionan mucho más y producen mucha más cocaína, y sin duda participan en las actividades del clan Úsuga y otras bandas, como el ELN, gracias a las cuales llenan sus arcas y se preparan para el asalto final.
Pero tampoco hay quien se entere
Pero esos resultados no son evidentes para los colombianos de las ciudades porque la "guerra" o "conflicto" es algo que no viven directamente. Sólo sus frutos (los funcionarios y profesores, riquísimos gracias al poder persuasivo de la CUT que es una organización del Partido Comunista tan importante como las FARC, o más), o alguna incomodidad si se les ocurre molestarse por los crímenes delante de los superiores sociales que disfrutan de los privilegios que les consiguen los niños bomba (los demás). Mientras no se ponga el acento sobre esa relación entre las atrocidades terroristas y la clientela funcionarial, la propaganda seguirá engañando y los criminales más dañinos seguirán operando sin incomodidad ni reproche.
Más cocaína, más corrupción, más dificultades económicas
La popularidad de Santos no se va a recuperar porque las dificultades económicas de la mayoría de los colombianos irán en aumento, al igual que la indignación con el robo sin límites de estos años. Pero también en el exterior es evidente que mengua el optimismo que la propaganda había generado entre los que no entienden nada de Colombia y quieren apuntarse a las buenas causas. La arrogancia de los terroristas y la filtración de información que oculta la prensa (un muerto en Israel ocupa miles de veces más espacio en los medios internacionales que un muerto en Colombia) terminan mostrando lo que es la tal paz. Sólo el que carece de la menor honestidad se atreve a sugerir que los terroristas van a abandonar sus fabulosos negocios, que tanto poder y rentas les han generado. El que entienda el inglés puede ver una muestra de esa desfachatez en este escrito del activista pro-FARC Adam Isacson. Pero para el resto del mundo todo es evidente: sólo se trata de implantar otro régimen bolivariano. La forma en que, por ejemplo, describen a Santos Jaime Bayly o Carlos Alberto Montaner ya es muestra de que para un sector creciente de la opinión internacional se trata sólo de otro sátrapa bolivariano.
Y encima persecución, iniquidad y cinismo
A esa percepción nueva de Santos contribuyen hechos como el encarcelamiento del hermano de Uribe y los intentos de procesar a Óscar Iván Zuluaga con un montaje evidente. Puede que en Colombia la población servil y atemorizada no se inquiete por esos atropellos, pero los periodistas extranjeros ya ven algo que no se parece nada a un Estado de derecho ni a una democracia normal. Cada día es menos generalizada la actitud indulgente hacia la paz, que en el caso de muchos medios (como los españoles), corresponde a incentivos originados en recursos públicos, como la publicidad y los contratos en Caracol Radio, de propiedad del grupo Prisa, cuyos medios (El País y la Cadena Ser) hacen propaganda abierta de las FARC. Ahora esos medios "progres" apenas intentan ocultar las noticias, como se ha hecho siempre.
Uribe y Pastrana en el cumpleaños de Vargas Llosa
Pese a la campaña obsesiva de calumnias contra Uribe del bien pagado aparato de propaganda de los terroristas (es decir, los medios de comunicación social colombianos, pagados casi exclusivamente por la "inversión" publicitaria del gobierno), es muy diciente que para celebrar los ochenta años de Vargas Llosa fuera invitado, junto con Pastrana y otros expresidentes españoles e hispanoamericanos, mientras que de Santos no se tuvo noticia. No es tan banal la cosa: Vargas Llosa es un valedor de Obama y un "progre" que siempre está buscando términos medios respecto a muchas cuestiones. Si desagravia de esa manera a Uribe (a pesar de la orgía de odio de su amigo Abad Faciolince), eso tiene que ver con lo que he explicado arriba: a Santos ya todos le ven el cobre, las vacas gordas se han acabado y ya no hay con que comprar a todo el mundo para que aplauda al gran líder (a saber cuánto dinero de los colombianos habrá costado la portada de Time). Y la impunidad con que ha perseguido toda oposición va resultando indigerible para sus propios propagandistas fuera de Colombia.
¿El remedio? Perseguir a Uribe
El hecho de que la oligarquía que dirige el tráfico de cocaína y el terrorismo tenga el búnker central de su poder en los medios de comunicación le da ventajas que para sí quisieran los demás regímenes bolivarianos. De lo que se habla es de lo que conviene al gobierno, de modo que la orgía de propaganda calumniosa contra Uribe no tiene límites desde que se supo que la popularidad de Santos había caído a un 13%. Cuando el tema de que la gente habla es Uribe y no los desmanes de la Fiscalía, la multiplicación de la extorsión, el plan pistola, los paros armados del clan Úsuga (inconcebibles sin las FARC y aun sin la complacencia de las Fuerzas Armadas, tal vez cumpliendo órdenes del gobierno), etc., el gobierno "pasa de agache".
Obscenidad, estupidez, bajeza: el santismo condensado
Obscenidad, estupidez, bajeza: el santismo condensado
La nueva andanada de calumnias y estupideces sólo es repetición de la vieja propaganda de los terroristas desde el Caguán. Abad Faciolince (el más perverso y dañino de todos los sicarios morales del terrorismo) sale con una "carta abierta" en la que culpa a Uribe de resistirse a la paz, cosa consistente en existir y no aplaudir todo lo que hace Santos, aunque tiene el alivio de que no se detectan las habituales sugerencias de matar al expresidente ("Porque eso sería lo mejor para todos: que se callara") ni las acusaciones de delitos potenciales:
¿Por qué se va al exilio la señora Hurtado? Para no tener que decir de dónde venía la orden de oír a los jueces, a los políticos y a los periodistas, ya que confesar esa verdad era lo mismo que poner una lápida en su pecho. Mejor callada en Panamá que acorralada aquí entre la pared de la verdad y la espada del miedo.
Intolerable que alguien tenga una cuenta de Twitter y señale los crímenes que pasen, un obstáculo para la paz, que no consiste en que los asesinos desistan sino en que los que respetan la ley los premien. Uno dice "los asesinos" refiriéndose a las FARC, pero ¿no es Abad Faciolince uno de ellos? También se podría exculpar a Hitler de la Shoa pues no pertenecía a las SS ni quedaron testimonios de que ordenara gasear judíos.
Otra perla del mismo estilo es lo del narco número 82. Colombia queda retratada enterita en esa infamia: un muladar poblado por criaturas bastante menos que humanas, capaces de creer que lo que conocen los estadounidenses sobre el tráfico de cocaína es una lista que entregó algún informante (este artículo lo esclarece), en la que el número 89 es Carlos Vives. Cuando Obama estaba recién posesionado llegó a promover una mentira hedionda sobre Colombia a sabiendas (para frenar el TLC que después firmaría con su socio Santos), aludiendo a los asesinatos de "sindicalistas", ¡no faltaría más sino que no usara ese conocimiento de las mafias para favorecer a Santos!
Igualmente es obscena y estúpida la idea de "Tomás y Jerónimo a la guerra", viejo recurso de intimidación terrorista basado en la idea de que no someterse a los asesinos es hacer la guerra, con lo que nadie podría plantearse que se aplicara la ley porque tendrían que estar en condiciones de enfrentarse con los criminales. ¿Quién tolera algo tan absurdo? Las clases altas colombianas, que son las clientelas del terrorismo y ejercen un parasitismo continuado a través del Estado. ¿Qué se haría con los incendios? ¿Sólo se apagarían en las casas de los bomberos?
Más elocuente aún es la esvástica de un caricaturista de El Espectador sobre la marcha, pero es muchísima basura la que habría que comentar.
Y en definitiva, intentan distraer
Igualmente es obscena y estúpida la idea de "Tomás y Jerónimo a la guerra", viejo recurso de intimidación terrorista basado en la idea de que no someterse a los asesinos es hacer la guerra, con lo que nadie podría plantearse que se aplicara la ley porque tendrían que estar en condiciones de enfrentarse con los criminales. ¿Quién tolera algo tan absurdo? Las clases altas colombianas, que son las clientelas del terrorismo y ejercen un parasitismo continuado a través del Estado. ¿Qué se haría con los incendios? ¿Sólo se apagarían en las casas de los bomberos?
Más elocuente aún es la esvástica de un caricaturista de El Espectador sobre la marcha, pero es muchísima basura la que habría que comentar.
Y en definitiva, intentan distraer
Pero nadie va a salvar a Santos... O tal vez sí: los uribistas no soportaron casi ni el día de la marcha, inmediatamente estaban buscando ocasión de figurar como gestores de paz y amables polemistas de los poderosos de los medios (como en el foro La Paz Posible). En el libro biográfico que escribió sobre Rufino José Cuervo, Fernando Vallejo dice que además de reproducirse los colombianos sólo viven pensando en alcanzar "el bien supremo", la presidencia de la república. Es exactamente así: esa clase de personajes no están contra los terroristas ni con Uribe (tal como tampoco lo estaban Roy Barreras y los demás uribistas de 2010) ni con ninguna ideología, sino que aprovechan ese impulso para figurar y desarrollar su carrera hacia el bien supremo. Santos es un fracasado y un paria y su régimen es una tiranía criminal, pero no tiene oposición. Es lo único que lo salva.
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