10 jul 2017

La injerencia cubana en Colombia

Por @ruiz_senior

Antes de tomar el poder, aun de alzarse en armas para hacerlo, Fidel Castro estuvo en Colombia y tomó parte en la revuelta del 9 de abril de 1948. Era un muchacho de veintiún años y llegó invitado por una iniciativa del gobierno argentino para sabotear la Conferencia Panamericana con un congreso de estudiantes. Pese a lo que las patéticas teorías de conspiración hacen creer, los hechos de ese día no fueron obra suya ni mucho menos fueron planeados por él. Puede que incluso tuviera la misión de cometer crímenes junto con el grupo de cubanos con el que llegó, pero hasta ahí es admisible atribuirle un papel en dichos hechos.

Tampoco es tan evidente que su rebelión armada contra Batista estuviera animada por los soviéticos. Los comunistas cubanos habían formado parte de un gobierno en el que estaba Batista y operaban libremente bajo su dictadura. La rebelión contra el dictador la llevaba a cabo otro partido sin claras conexiones con el comunismo. Sólo cuando la caída de Batista era un hecho, al final de 1958, se reunieron los jefes comunistas con Ernesto Guevara para asociarse.

La toma del poder por Castro y su guerrilla y su alineamiento con el bloque soviético marcaron el verdadero comienzo de la injerencia cubana en Colombia. Dentro de su política de "exportar la revolución" destacaron los planes de crear en los demás países latinoamericanos "focos" guerrilleros que "replicaran" la historia de la sierra Maestra. Se conocen testimonios de cubanos presentes en los focos guerrilleros comunistas ya en 1961.

Así surgió el ELN. Es del máximo interés el hecho de que sus fundadores hubieran sido enviados a Cuba para adoctrinarlos por Plinio Apuleyo Mendoza, entonces dirigente del Movimiento Revolucionario Liberal de Alfonso López Michelsen. Unos años antes otros dirigentes de dicho movimiento, Carlos Lemos Simmonds y Manuel Cepeda Vargas, persuadieron a Pedro Antonio Marín de volver al monte. Conviene prestar atención a la cita de Mendoza:
Lo que muy pocos saben es que nuestro compañero Luis Villar Borda consiguió con Fidel Castro que en Cuba fueran adiestrados 25 militantes nuestros. Entre ellos figuraba nadie menos que Fabio Vásquez Castaño, hermano de Manuel Vásquez, nuestro compañero en la dirección de las Juventudes. Pues bien: cuando regresó a Colombia, por su propia cuenta y a espaldas nuestras, Fabio Vásquez decidió irse a las montañas de Santander para fundar las guerrillas del Eln.
Pero el ELN no fue lo único que le "aportó" el régimen cubano a Colombia en los años sesenta, la penetración en las universidades en esos años fue generalizada. Los estudiantes de los primeros años setenta recibían un intenso adoctrinamiento basado en un texto fundamental: Los conceptos elementales del materialismo histórico. Su autora, la chilena Marta Harnecker, era la esposa de Manuel Piñeiro, el comandante Barbarroja, uno de los fundadores del G2 cubano. Conviene prestar atención al papel del régimen cubano como heredero del comunismo soviético: quien ayudó a organizar la policía política cubana fue nada menos que Markus Wolf, el jefe de la temible Stasi de la desaparecida República Democrática Alemana.

Las intrigas durante los años setenta aumentan con la fundación del M-19 y de la revista Alternativa, iniciativas conjuntas promovidas, controladas y probablemente financiadas por los cubanos. Al respecto es muy elocuente lo que dice el primer director de dicha revista, que curiosamente es el padre de la siniestra @caidadelatorre.
[Respecto a los intentos de Bateman de controlar la revista] Lo intenta una primera vez con la “Alternativa del pueblo”, pero al parecer no logra asumir la dirección, sino la militancia de algunos. En la segunda arremetida gana Bateman con la venia de García Márquez…y de Fidel supongo –porque ambos prefieren a un chico más travieso y mágico que a todos sus Aurelianos Buendías peleados en mil guerras, pero ya a la espera de la pensión de retiro: Manuel Marulanda, Jacobo Arenas, Fabio Vásquez Castaño…
De donde es obvio inferir que García Márquez obraba como representante del régimen cubano en la redacción de la revista y también respecto del M-19.

Como ya expliqué en otra parte, el primer logro del M-19 fue impedir un triunfo electoral de la Anapo, es decir, abrirle el camino a López, el viejo líder del MRL que ya obraba como aliado del régimen cubano, con el que restableció relaciones diplomáticas en cuanto se posesionó.

La embajada en Colombia desde entonces es tan importante que el embajador Ravelo se reunió con los jefes del tráfico de cocaína para negociar el paso de los barcos cargados con cocaína y el transporte de armas para el M-19. Al respecto conviene leer "Las guerras secretas de Fidel Castro", el valioso texto de Juan Benemelis.

También respecto de la implicación del régimen cubano en el tráfico de cocaína y en las actividades de las bandas terroristas merece atención este escrito del investigador Mauricio Rubio.

De algún modo, a partir de la instauración de la dictadura castrista, se puede decir que dicho régimen controla a las diversas variantes del narcotráfico y el terrorismo en Colombia. El testimonio de alias Popeye sobre el papel de García Márquez como mensajero entre los Castro y Pablo Escobar es muy elocuente. También la actitud de sumisión ante los Castro de los jefes terroristas que negociaban la "paz" en Cuba.

La "paz" de Santos es la entrega completa del país al régimen cubano, tal como lo ha sido la Venezuela bolivariana. Sin duda, buena parte del negocio en expansión de la cocaína termina controlada por la nomenklatura de dicho régimen, pero es más interesante el control que tendrán sobre los servicios de seguridad y de información (tal vez fuera una de las causas de que Santos cerrara el DAS), amén de las fuerzas militares.

¿Cuántos cubanos viven actualmente en Colombia? Muchos de ellos son sencillamente espías o agentes del régimen que trabajan para apropiarse totalmente del país.

La principal tarea que los demócratas colombianos tienen por delante es la independencia del país. Eso significa la expulsión de los agentes cubanos y la "purga" de las instituciones. Es una tarea ingente para la que Colombia no está preparada y sobre la que los candidatos de 2018 nunca hablan. Lo más probable es que todos estén dispuestos a acomodarse a la nueva situación de virreinato para poder ocupar los cargos públicos, pues el narcorrégimen cubano no va a soltar la presa fácilmente.

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