La Petrobasura

Por @AdasOz

Es cierto que Bogotá nunca se ha caracterizado por ser una ciudad extremadamente limpia y ordenada, en parte porque sus habitantes no han sido educados para cuidar y respetar el espacio público, y por otra parte, porque las tres últimas administraciones (incluida la actual) que ha tenido la ciudad han sido nefastas. Por lo tanto, no voy a decir que antes del 18 de diciembre la ciudad fuera pulcra, pero al menos contaba con un sistema de recolección de basuras adecuado, con rutas y horarios definidos, los camiones de recolección eran los que por definición en tratados y leyes deben usarse, al igual que los implementos de trabajo de los operarios. Hasta entonces, la ciudad fue atendida por cuatro operadores privados que sabían qué y cómo debían hacer su trabajo.
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Sin embargo, a Bogotá llegó Gustavo Petro. Un señor de oscuro pasado cuya experiencia en administración es nula, pero que posee una ambición de infinitas proporciones que lo ha llevado a parecerse cada día más al déspota (cuyo nombre no quiero mencionar) del país que colinda al oriente colombiano.

Para empezar, entre las propuestas que hizo en la campaña para la alcaldía, Petro jamás planteó el asunto de las basuras. Ni en los debates ni mucho menos en las plazas públicas habló de que en Bogotá el sistema de recolección de basuras fuera precario y que por lo tanto era necesario cambiarlo, lo cual era más que obvio porque cualquiera con tres dedos de frente sabe que el sistema que operaba para la capital funcionaba satisfactoriamente. Por otra parte, tampoco dijo que fuera perentorio que el Distrito debía apoderarse del negocio, y que para poder llevar a cabo su plan, debía eliminar el sistema de libre competencia planteado desde que se liquidó la EDIS. Por último, nunca, en ninguno de sus discursos habló de tener un proyecto elaborado con sus respectivos estudios de factibilidad que remplazaría y mejoraría el ya existente. De hecho, podría apostar que ni siquiera existe ni nunca existió un esbozo sobre el “nuevo esquema de recolección de basuras”, así como tampoco existen estudios ni proyectos para el metro pesado, el metro ligero, el tranvía o el tren de cercanías. Lo de Petro es, más bien, un irresponsable berrinche de un tiranuelo megalómano que aspira a ser dueño de todas las empresas de la ciudad para poderse enriquecer él y sus más cercanos camaradas.

Así como algunos ya habíamos advertido que Petro no era apto para administrar la capital antes de ser elegido, lo de las basuras estaba más que cantado. Llegó el día del plazo que el tiranuelo del Palacio Liévano dio a los operadores privados de basuras para salir del mercado, ya que sus contratos no fueron renovados, y más tardaron ellos en desaparecer, que la ciudad en parecerse a un enorme relleno sanitario. En cuanto a este tema se refiere, la improvisación reina en Bogotá desde ese entonces. Y hago la aclaración, porque ésta ha sido la bandera de la administración del señor Petro. Así pues, la capital nunca se había visto tan asquerosamente descuidada y sucia. Siempre existen los taimados que luego de un año de desgobierno distrital aspiran a darle oportunidades y tiempo al déspota. Esas personas son una especie producto de la imbecilidad y el cinismo puro, y perdónenme la dureza con la que me expreso, pero sencillamente no hay mejor forma para describir esos personajes. Por esa razón, soy escéptica respecto del futuro que corra Bogotá en las siguientes elecciones para la alcaldía, pues son sus habitantes quienes parecen no reaccionar ante la incapacidad para gobernar del actual alcalde teniendo ya dos ejemplos previos de paupérrima administración, todos siendo copartidarios.

La basura fue la decoración navideña con la que nos premió la alcaldía durante una semana completa o más. Ese “nuevo” “esquema” de basuras no contaba con personal ni con indumentaria adecuada para los operarios nuevos, ni mucho menos con camiones compactadores de residuos, que son los que por ley y según tratados internacionales deben usarse por razones de salubridad. Todas las normas de Seguridad Industrial están siendo violadas por el mismo Distrito. Ha habido contrataciones a la carrera y para la recolección de la basura ya esparcida por los vagabundos, perros callejeros y el viento, están siendo utilizadas viejas volquetas que no cuentan con las mínimas especificaciones técnicas necesarias para realizar dicha función. Un operario se cayó de cabeza desde una de ellas al asfalto, tuvo una lesión craneoencefálica y ni siquiera contaba con afiliación a EPS requerida por la ley. A día de hoy, siguen operando las famosas volquetas del “novedoso” esquema de la Petrobasura, pues al déspota del Palacio Liévano le mantienen inmovilizados en el puerto de Cartagena los compactadores que adquirió de segunda por razones sanitarias. Adicional a esto, tuvo que  renegociar con los antiguos operadores privados para mitigar el impacto de su improvisación y desgobierno. Sólo logró negociar con dos de las cuatro empresas que había funcionando antes de ocurrírsele imponer su “genial” “esquema”.

Ya veremos cómo se desenmaraña el lío en Cartagena y cómo logra mejorar el servicio, aunque dudo que sea capaz de darle un valor agregado al que estaba planteado hasta el 18 de diciembre. La única diferencia es que el Distrito será el único dueño del negocio y volveremos con total seguridad a revivir la época de la extinta e inoperante EDIS, ya que con Gustavo Petro el progreso es un completo anacronismo.