Por @AdasOz
Durante toda la semana pasada hubo mucha consternación por el caso del secuestro de una niña recién nacida en Bogotá. Los operativos que se desplegaron para identificar a la secuestradora y para ubicar el paradero de la niña fueron sin lugar a dudas muy eficientes, dando como resultado la captura de la secuestradora. No se puede dejar de sentir alegría y un gran alivio al ver que la niña ya está en manos de su joven madre, y que como es de esperarse, la plagiadora pague condena por el delito cometido.
Así como todos quisimos ver tras las rejas al violador, torturador y asesino de Rosa Elvira Cely, esperábamos que esta vez pasara lo mismo con Liliana Marcela Castillo. Sin embargo, los jueces en Colombia son bastante sui géneris y esta vez nos hemos llevado una decepción más, dado que el juez de garantías decidió dejar en libertad a la autora del plagio de la menor argumentando que ésta no es un peligro para la sociedad, pese a que la acusada había aceptado los cargos imputados.
Cuando leí esta noticia pensé en dos situaciones: la primera tiene qué ver con las pasiones que despiertan este tipo de casos en la opinión pública, siempre siendo la primera en suplicar por que la justicia aplique una dura condena al criminal, pero que cuando se trata de pedir condena y penas duras a los principales cabecillas de las FARC, prefieren seguir el fatídico juego de los hermanos Santos y Castro para darles total impunidad, indultarlos mediante el adefesio del Marco que legaliza sus crímenes y verlos muy pronto ocupando cargos públicos, tal como hoy lo hace Gustavo Petro en la alcaldía de Bogotá, quien ha mostrado con creces sus rasgos totalitarios y su clara tendencia estatista. Una persona como Liliana Marcela Castillo no es menos criminal que Timochenko, pero mientras para la primera exigen fuertes penas y tras la decisión de del juez de dejarla en libertad habrá muchos escandalizados (y con toda razón), para el segundo y secuaces, los anteriormente escandalizados, aspiran premiarlos y convertirlos en padres de la patria.
La segunda situación en la que pienso tras la sentencia que determina que Liliana “no es un peligro para la sociedad”, es en el caso de Andrés Felipe Arias, quien está detenido sin habérsele demostrado culpabilidad en el caso de Agro Ingreso Seguro, pero que para la Fiscalía y los jueces representa “un peligro para la sociedad”.. Claramente, en este caso se está violando el debido proceso y se está pisoteando el derecho constitucional de la presunción de inocencia. Así, pues, Arias y sus exfuncionarios han tenido que demostrar su inocencia, al ser considerados personas peligrosas sin habérseles podido demostrar dolo en sus funciones. Recientemente, el exviceministro de Agricultura, Juan Camilo Salazar, declaró que Arias nunca le solicitó realizar ninguna tarea que beneficiara algún proyecto de la convocatoria, así como tampoco recibió en prisión órdenes del exministro sobre cómo dar sus declaraciones. Tras esa audiencia, lo normal y natural hubiese sido que Andrés Arias hubiese recuperado su libertad de manera inmediata, pero la justicia no obra en derecho sino según los intereses políticos que están detrás de la condena a Arias y a todo el que represente al uribismo.
Siendo así las cosas, ¿Cuál es el mensaje que recibe la plagiadora Liliana Marcela Castillo? ¿Y cuál es el mensaje que se le está dando a la sociedad, especialmente a las generaciones más jóvenes? Es la inversión total y absoluta de los valores. Para la secuestradora de la niña recién nacida el mensaje es que secuestrar no es un delito y por eso fue puesta en libertad. Por lo tanto, ella podrá sentarse a pensar en los siguientes plagios sin temor a ser descubierta. Probablemente para el próximo secuestro será mucho más cautelosa y no se deje capturar tan fácil. También es probable que empiece a extorsionar a los familiares de sus próximas víctimas y se convierta en una secuestradora profesional. Entonces, el secuestro se volvería su fuente de sustento, ya que un juez le ha dicho que ella no representa un peligro para la sociedad y que secuestrar no es un delito condenable. ¿Les suena familiar? Esta mujer podría llegar a formar parte de una banda criminal que opere en la capital y que en un futuro coopere con las FARC. Pero ella seguirá tranquila especializándose en su profesión como secuestradora, ya que en un futuro, ella podría llegar a ser senadora de la república gracias al Marco de impunidad que hoy nos impone el Congreso en su manguala con el gobierno de Santos.
Con la opinión pública pasa, que ahogada en la ignorancia o el cinismo, se irá acostumbrando a ver premiados a los criminales mientras piden penas inquisitoriales a todo aquel que actúe bajo los preceptos legales y en beneficio de la sociedad, tal como les sucede injustamente a Andrés Felipe Arias, a sus exfuncionarios y a todos y cada uno de los presos políticos que se encuentran pagando injustas condenas.
Ojalá el fiscal del caso de Liliana Marcela Castillo logre apelar la decisión del juez, pero ¿cómo haremos para evitar la inminente impunidad que el gobierno criminal de Juan Manuel Santos le otorga a los terroristas de las FARC? ¿Cuándo clamaremos para que se haga justicia en el caso de AIS y veamos libre al exministro y en la cárcel a los que verdaderamente le hicieron trampa al programa?
1 comentario:
En este país casi todo lo malo queda impune Se castiga al inocente se premia al culpable . A veces entiendo xq la gente se venga x su propia cuenta
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