18 mar 2013

Colombia a la JMS


Por @AdasOz

“Nuestra visión es la de una Colombia que sea justa, moderna y segura". Esas fueron las palabras del presidente Juan Manuel Santos durante su intervención en la entrega del Premio Empresario del Año del diario La República en la ciudad de Medellín. Cualquiera que lo oyera pensaría que nuestro país es un paraíso, algo parecido a Suiza o algo así, pero en la realidad dista mucho de parecerse al país alpino.

Colombia Justa
Si interpretamos la palabra “justa” desde el punto de vista jurídico y legal, es indiscutible que durante los tres años de gobierno de Juan Manuel Santos la persecución a los opositores y críticos de su gobierno ha sido un común denominador. Los calificativos despectivos que ha usado al referirse a la oposición, que en su momento fuera la misma que lo eligiera como presidente de la república, dan cuenta de esa Colombia “justa”. También lo podemos ver en los directores de periódicos, de programas radiales y de televisión, así como columnistas y periodistas censurados por hacerle críticas a su gobierno y en el descarado atropello contra Andrés Felipe Arias, a quien no se le ha podido demostrar dolo en el caso de Agro Ingreso Seguro y todos los testimonios y pruebas indican que las acusaciones de la Fiscalía son falsas, pero insisten en mantenerlo preso, violándole su derecho al debido proceso, a la presunción de inocencia y a la libertad.

Al igual que con el exministro Arias, nuestros militares también padecen la Colombia “justa” del presidente. El caso contra Plazas Vega se ha convertido en el más significativo, pero no podemos olvidar el de Arias Cabrales, el general Uscátegui, el almirante Arango Bacci, entre otros, así como la infame persecución que existe contra el excomisionado de paz Luis Carlos Restrepo.

Todos estos casos son el claro ejemplo del actuar “consecuente” y “justo” de este gobierno, que eso sí, ha sido extremadamente generoso y complaciente con los terroristas de las FARC. Tal parece que son ellos los únicos con derecho a disfrutar de la Colombia a la JSM.

Colombia Moderna
Seamos realistas, Colombia no es un país moderno. Hizo el intento de serlo con las políticas exitosas del expresidente Uribe, pero aun así seguía siendo un país del tercer mundo. Sin embargo, con éstas, Colombia tuvo todas las posibilidades de acercarse a la economía chilena y de marcar distancia de las republiquetas socialistas como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina, todas sumidas a día de hoy en el fracaso social, político y económico. En resumen, Santos recibió un país prometedor.

Dice el refrán que “la ambición rompe el saco”, y precisamente es eso lo que le sucede a nuestro presidente. Lejos de trabajar por el bienestar común, a él le importan más sus intereses personales y los de su casta. Aparte del incremento sustancial de la burocracia, cuya consecuencia directa es la corrupción rampante, Santos decidió gobernar el país de la mano de las FARC y concederles todas sus exigencias, que jamás conseguirían por la vía democrática, por medio de leguleyadas aprobadas prácticamente a pupitrazo limpio en el Congreso.

Para el 2014 la incursión del comunismo en Colombia, surgida del proceso de La Habana, será inminente y pondrá rienda suelta al retroceso que ya padecemos, a la desigualdad que se traducirá en incremento de la pobreza y en un evidente atraso económico, producto de las políticas represivas que serán impuestas por los “honorables” farianos indultados. El ejemplo lo tenemos clarísimo en los países que mencioné comenzando este apartado y nuestro presidente insiste en que los tomemos como ejemplo. Quien no lo crea, lo invito a leer la prensa, si es lo suficientemente masoquista, para que se dé cuenta de ello.

Colombia Segura
Con un evidente recrudecimiento del accionar terrorista, que comenzó manifestándose con la bomba contra las instalaciones del Canal Caracol en Bogotá pocos días después de la posesión presidencial de Santos, es casi imposible imaginar que su promesa de darle continuidad a la política de seguridad democrática de Uribe es real. La seguridad no es una cuestión de percepción, tal como nos lo quiso hacer creer cuando apenas comenzaba su mandato. En un país que padece el flagelo del terrorismo como Colombia, la seguridad es y debe ser siempre, manejada como una política de Estado ya que constitucionalmente al presidente le obliga garantizarla dentro de los límites de nuestro territorio, protegiendo a todos y cada uno de los ciudadanos. Sin embargo, la agenda oculta de Santos le dicta que violar la Constitución es más atractiva que acogerse a ella y procurarnos a todos los colombianos la tranquilidad y seguridad que merecemos.

La alianza funesta entre Santos y Chávez trajo como consecuencia las negociaciones secretas entre su gobierno y los principales cabecillas las FARC, quienes gozando del refugio y protección del difunto “nuevo mejor amigo” de nuestro presidente, ordenaron arreciar la barbarie en nuestro país. No es coincidencia que ahora que los terroristas logran obtener todas las concesiones que exigen desde la isla cárcel caribeña, tomen provecho de la situación para rearmarse, reorganizarse y fortalecerse en lugares donde ya nuestras Fuerzas Armadas habían logrado controlarlos y erradicarlos. No en vano nuestro actual presidente orgullosamente asegura que hoy existen 7.800 terroristas de las FARC, pero sistemáticamente ignora que cuando él empezaba su mandato en 2010 eran 6.800 y que en el año 2000 eran alrededor de 30.000 hombres. Teniendo en cuenta este dato, ¿no creen ustedes que el presidente debería avergonzarse de publicar tan mediocre resultado en seguridad, siendo este uno de los pilares fundamentales entre sus promesas de campaña en 2010?

No conocemos a ciencia cierta los acuerdos definitivos que han surgido en La Habana, pero las noticias que a cuenta gotas nos van llegando reflejan que Colombia se aleja cada vez más de la posibilidad de ser justa, moderna y segura. 

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