Santos ayuda a fugarse a más terroristas

Por @AdasOz

Comenzando este fin de semana las operaciones militares en plena zona roja, norte del Cauca y sur del Valle, fueron suspendidas durante 48 horas por orden del gobierno nacional con el fin de permitir (nuevamente) la fuga de importantes cabecillas de las FARC hacia La Habana con el pretexto de unirlos al equipo negociador de la organización terrorista.

Parece que los ataques del expresidente Andrés Pastrana tuvieron un importante impacto en el proceso de claudicación de Santos, tras cuestionar la unidad de las FARC debido la ausencia en la mesa negociadora de cabecillas importantes como alias “Pablo Catatumbo”, “Fabián Ramírez”, “Romaña” o “Joaquín Gómez”. Más tardó Pastrana en reclamar por dichos cabecillas, que el gobierno Santos en darles pasaporte hacia Cuba para que se unieran con sus camaradas.

La alianza Santos-FARC evita a toda costa cuestionamientos sobre las negociaciones que puedan generar desconfianza entre los entusiastas porque saben que necesitan de su apoyo para consolidar su plan, valiéndose, como ya es costumbre, del abuso de poder de Juan Manuel Santos. Por eso Horacio Serpa desmintió al expresidente Pastrana, al igual que la misma guerrilla, con el viaje de Catatumbo y otros hacia Cuba.

Santos, al ser Jefe de Estado, no queda por encima de la ley, el presidente no puede hacer lo que le viene en gana solo por satisfacer sus caprichos y los de su clan. Por hacer la paz por las buenas o por las malas o porque según él, es un deber moral. Es deber de Santos, al igual que cualquier otro ciudadano acatar la Constitución y cumplirla y nada ni nadie puede ponerse por encima de ésta.

Pues déjenme decirles que yo sí me atrevo a cuestionar a Santos y a todo lo que provenga de su gobierno de la Unidad Nacional. ¿Dónde, entre las funciones del presidente, está definida su injerencia en las decisiones judiciales? ¿Cuál es la ley o reforma constitucional que le otorga a Santos súper poderes? ¿Qué potestad tiene el presidente para ordenar a la rama judicial que levanten las órdenes de captura contra los principales cabecillas de las FARC o de cualquier otra organización terrorista? Si es verdad que en Colombia existe la división de poderes, ¿Dónde queda ésta cuando el presidente ordena a la justicia levantar las órdenes de captura de estos criminales? ¿Quién puede confiar en la justicia si el presidente la maneja a su antojo para que obedezca a sus intereses propios? Lo único que se me ocurre que pueda dar respuesta a mis inquietudes, es que ya se les haya concedido indulto a los terroristas, al mejor estilo santista, por debajo de cuerda.

Y si Santos no puede ponerse por encima de la justicia, Las FARC mucho menos que pueden estarlo. Los crímenes de las FARC no tienen justificación alguna y deben ser repudiados y rechazados por toda la sociedad de manera unánime. Por lo tanto, la única excusa que tienen nuestro políticos para sentarse a negociar la democracia con los terroristas, es para decidir cómo repartirse el botín, lograr perpetuarse en el poder. Esta vez estoy segura de que las FARC planean tomarse el poder definitivamente. Ni a Santos ni a sus socios les importa porque ellos seguirán ostentando de cargos de poder, disfrutando así, de las rentas.

Esta foto que circula desde ayer en los medios y que muestra a los terroristas alias Iván Márquez, Rodrigo Granda con su nuevo compañero de negociación, Pablo Catatumbo, todos tan sonrientes, muestra lo complacidos que se sienten con este gobierno y por ello no dudan en afirmar que en este proceso de negociación se ha avanzado como nunca antes. La foto nos muestra al terrorismo triunfante sobre un país que fue obligado a arrodillarse por ver cumplidos los intereses del presidente y sus macabros socios.

Por esta razón es muy importante que la gente se manifieste en contra de la claudicación, de la entrega definitiva del país a los terroristas y que se unan al rechazo de la marcha que convocan el gobierno nacional y el distrital este 9 de abril, con la que pretenden presionar a la sociedad civil a que acepten el triunfo de los victimarios, con la que reivindicarán todos los crímenes y abusos que cometen diariamente.