10 feb 2014

Nueva traición a las Fuerzas Armadas

Por @AdasOz

Un servicio de inteligencia tiene como principal finalidad obtener información para procurar la defensa del Estado, y para cumplir dicha misión se requiere mantener la estricta prudencia y reserva en todas las investigaciones que la agencia especializada se encuentre adelantando. Todo lo anterior en cualquier otro país diferente a Colombia es aceptado por toda la ciudadanía, que entiende que en gran parte de ello depende su seguridad. Sin embargo, como ya lo he mencionado en otros escritos, el nuestro, es un país sui géneris en donde todo lo que represente el orden es cuestionable y reprochable. Es que no le hacemos honor ni al escudo, es sencillamente increíble.

Mientras que Uribe fortaleció las Fuerzas Armadas e invirtió en inteligencia militar, sin lo que no hubiese sido posible darle los más duros golpes a las FARC, su sucesor, Juan Manuel Santos se ha dedicado a hacer todo lo contrario. Justo al inicio de su mandato ordenó desmantelar el DAS y de ahí en adelante los golpes militares contra el terrorismo han sido de menor impacto, al mismo tiempo que la tropa se desmoraliza por la falta de apoyo del Jefe del Estado y por la negociación de nuestras leyes en La Habana.

Las “chuzadas” se han convertido en el caballito de batalla de la extrema izquierda para deslegitimar las instituciones del Estado generando polémica sobre una necesidad tan básica como la seguridad de todo el territorio nacional y ahora, en época de campañas electorales, no serán la excepción.

Curiosamente, hace un par de semanas estuve conversando con una persona que sabe bastante sobre inteligencia militar y me explicó muy por encima cómo se llevan a cabo. En efecto, me comentaba que todas estas operaciones son de alto riesgo y muy delicadas, por lo que a los participantes se les protege su identidad. Si algo sale mal, es que el objetivo no se cumple, y pueden hasta perder la vida.

Cuando en los días pasados la revista Semana nos revelaban un nuevo “escándalo” de “chuzadas” y los demás medios de comunicación reproducían esta noticia condenando la labor de las Fuerzas Armadas como si lo que pasara en La Habana fuera legal, recordé mucho la conversación que menciono y mi lógica empezó a decirme que tras esa noticia había una mala intención justo en plena época preelectoral. Me pregunté entonces cómo pudo ser posible que Semana se haya podido enterar de algo tan secreto y privado del Estado. ¿Qué pudo haber salido mal para que al final terminara en manos de un medio de comunicación?

Es evidente que los medios están alineados con el propósito del cogobierno FARC-Santos y por eso le hacen propaganda al proyecto de claudicación en La Habana. Casi todos en su mayoría salieron a condenar al ejército por dicha labor sin haber primero comprobado que lo que se llevaba a cabo en la casa de Galerías fuera ilícito, así como tampoco pudieron ocultar sus ansias por inculpar a Uribe de ser el principal receptor de la información resultante de las investigaciones. Por supuesto, ningún enmermelado quiere que el atraco de La Habana cese y sin medir las consecuencias futuras que éste genere, porque sus intereses particulares están por encima de los de todos los colombianos y por eso nadie cuestionó al fiscal de bolsillo, Montealegre cuando dijo que se pudo haber violado la intimidad de las personas investigadas. Pero resulta que los asuntos que se tratan en Cuba no son privados sino públicos, porque allí se decide el "no futuro" de nuestro país.

Al final de cuentas el presidente Santos se contradijo, como ya es usual en él. Se lavó las manos como buen cobarde y lo que un día condenó, al día siguiente salió a decir que toda la operación era lícita, no sin antes permitir que se revelara la identidad de dos de los altos militares que la lideraban para luego destituirlos. De ser cierto que ambos militares participaron en la Operación Jaque podría tratarse de una venganza de parte de las FARC y Santos estaría cumpliendo órdenes desde La Habana.

Toda esta infamia ocurre en una época decisiva para el país, en la que bien decidimos que cambiamos el rumbo acelerado hacia el abismo, o definitivamente nos dejamos llevar hasta él y caer en caída libre sin paracaídas. No les quepa la menor duda, Santos está tranquilo y confiado porque mientras él desmantela las instituciones que nos brindan seguridad, toma ventaja de las peleas internas del uribismo para aferrarse al poder y así podernos entregar de lleno a la dictadura cubana como Chávez lo hizo con Venezuela.

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