Por @AdasOz
El miércoles de la semana pasada pasé por el consulado de Venezuela en Bogotá al menos unas dos veces. La primera vez que lo hice fue durante la congestión vehicular usual de la hora pico en la ciudad, y mientras por allí me acercaba, alcancé a divisar un grupo no muy grande de venezolanos que desde la diáspora se manifestaban contra el régimen castro-chavista y clamaban por la libertad de su país. No marchaban y no hacían ruido. Su única intención era plantarse frente al consulado con pancartas enormes acompañados de la bandera de siete estrellas en señal de protesta contra el régimen implantado por el difunto Hugo Chávez, ahora heredado por Nicolás Maduro.
Mi sorpresa no fue haberme encontrado con aquel puñado de manifestantes. Al contrario, sentí una gran alegría al ver el plantón. El compromiso que han adquirido los venezolanos dentro y fuera de su país para liberarse de ese régimen es ejemplarizante, especialmente para Colombia ahora que nuestro presidente está empeñado en entregarnos de lleno a los hermanos Castro, los mismos que han invadido Venezuela en los últimos 15 años de chavismo.
Mi sorpresa fue, más bien, haber pasado por ahí y no haber oído a ninguno de los carros que bien despacio pasaban por allí manifestar siquiera un ápice de simpatía por la causa de los venezolanos. La única que hizo sonar la bocina, tomó fotos y gritó: “¡Ánimo, Venezuela!”, fuimos la persona que me acompañaba y yo. Para los demás, los manifestantes parecían ser invisibles. La respuesta de los venezolanos ante mi escándalo fue increíble pues comenzaron a gritar animados mientras yo me quedé conmovida y con una sensación de impotencia y tristeza enormes al ver la apatía en la que estamos sumidos los colombianos. Nada nos toca y nada nos importa. El mundo puede caerse a pedazos alrededor nuestro, pero nadie está dispuesto a sacrificar su zona de confort y mientras no nos veamos obligados a renunciar a ésta, no lucharemos por nada distinto a nuestro bienestar individual.
En ese instante corroboré que consciente o inconscientemente los colombianos estamos deseando caer en la misma desgracia que hundió a Venezuela desde hace 15 años. La indolencia y la falta de oposición seria nos están conduciendo por el mismo camino oscuro en que se metieron los venezolanos y del que parecen apenas estar liberándose. Ojalá este sea el principio del fin del régimen castro-chavista no sólo en Venezuela sino en toda América Latina.
Lo que hace 15 años los venezolanos no intuyeron, hoy lo están pagando con creces y sólo hasta ahora están empezando a despertar saliendo a las calles a manifestarse masivamente. Ya han tocado fondo y es muy posible que estos plantones sienten el precedente para ponerle fin a la invasión cubana y al régimen del odio que impuso Chávez y que hoy prolonga y empeora Maduro. La lucha por la libertad será larga, pero quizás no tan costosa como ha resultado hasta ahora la imposición del régimen del terror.
En Colombia deberíamos ver a Venezuela como un eventual espejo, y ahora más todavía, cuando Juan Manuel Santos está empeñado en negociar las leyes del Estado con los terroristas financiados por el castro-chavismo, quienes él descaradamente denomina como los “garantes” del proceso de claudicación que se adelanta en La Habana y a espaldas de toda Colombia. Esto último sienta un precedente importante y debería encender las alarmas de todos los ciudadanos pues estaríamos repitiendo la historia del país vecino y ésta sí está más que anunciada.
Es importante entender que lo que sucede en Venezuela afecta a Colombia directamente, por lo que ver lo que está sucediendo en el país vecino como un hecho aislado es un gravísimo error que probablemente pagaremos muy caro. Por eso es importante que nos solidaricemos con la causa de los estudiantes venezolanos, que los apoyemos como países hermanos, como naciones que están interconectadas en lo político, social y económico, ya que nuestro futuro depende mucho de lo que suceda allí. Si cae el régimen chavista en Venezuela, el de Cuba se verá en crisis y es muy probable que Colombia se salve de ser una república socialista bolivariana más, liderada por sociópatas que se han dedicado infundir el terror desde mediados del siglo pasado.
Recordemos que los venezolanos han sido solidarios con nosotros los colombianos y que ellos también marcharon al mismo tiempo que nosotros lo hicimos cuando salimos a decir “NO MÁS FARC”.
1 comentario:
En Colombia hay mucho conformismo con la manguala de Santos y las FARC con Cuba. En Venezuela estan viviendo un gobierno guerrillero. Aqui nos acostumbramos mucho a tenerlos en el monte y no vemos los camuflados en la ciudad hasta que ya sera tarde.
Publicar un comentario