11 mar 2013

Valores al revés

Por @AdasOz


Colombia camina por una cuerda floja sobre la que intenta mantener el equilibrio para evitar caer definitivamente en ese profundo abismo que la espera con ansias en caso de que se firme la claudicación. Para los entusiastas que animan al gobierno, que yo hable de claudicación y no de paz, es inadmisible. Para ellos soy una enemiga de la paz, una retrógrada, una guerrerista y una fascista empedernida, una sanguinaria de las peores y no sé cuántos adjetivos más. Mientras tanto, ellos desde su posición  sumisa y derrotista, conformista y cómplice a la vez, se convierten en una suerte de seres superiores entre los más evolucionados que existen sobre la faz de la Tierra. De  tal forma, son ellos quienes presionan porque llegue pronto el nuevo orden social, político y económico, así como el jurídico y legal. 

Esta “súper raza”, la de los “bien pensantes”, es aquella que exige la aniquilación de todo aquel que piense diferente a ellos. Son los que quieren hacernos creer que la “mayoría” está por encima de la ley por el simple hecho de ser “más”. Eso está por verse, pues puede que sean los que más ruido hacen, pero eso no implica que sean mayoría. Son aquellos que buscan a toda costa que asimilemos, por las buenas o por las malas, que los malos ahora sean redimidos de todas las atrocidades que han cometido a lo largo de más de medio siglo, y que por lo tanto tenemos que aceptarlos como gente buena y honorable a quienes tenemos el deber de respetar sin importar lo que hayan hecho en el pasado.

Entre tanto, nosotros los buenos, que acatamos las leyes, que trabajamos, que pagamos impuestos y que intentamos llevar una vida digna y honrada, de repente nos hemos convertido en un estorbo para ellos. Somos una suerte de cáncer para la sociedad al que se debe combatir en nombre de la “paz”. Somos los victimarios insurrectos contra esa “noble estirpe” que ha trabajado duro por la “democratización y la paz con justicia social”, extorsionando, vacunando, secuestrando, reclutando y violando menores, asesinando y traficando droga.

Al ver semejante nivel de cinismo, es inevitable que malas palabras no salgan de nuestra boca, y aunque castizas todas, para los “bien pensantes” se convierten en un acto tanto o más reprochable que secuestrar, torturar y asesinar gente. Crímenes que de por sí, no pueden ser cuestionables por nadie una vez han sido absueltos de ellos sin cumplir la más mínima penitencia. 

Fue así como a finales de los años ochenta acogimos a una banda narcoterrorista, que hoy desde el Senado, la Alcaldía de Bogotá y otros cargos públicos importantes, ejercen presión sobre las mansas masas para que aceptemos y nos arrodillemos ante la ilegalidad del proceso que se adelanta en La Habana. Entre tanto, compran jueces y magistrados que les ayuden a poner tras las rejas a todo aquel que los haya combatido en nombre de la democracia y del Estado de Derecho, y que de estar libres podrían arruinarles el castillo de arena que han construido en torno a la mentira. 

Es así como los entusiastas de la “paz” sueñan con ver a Timochenko y a Iván Márquez de parlamentarios antes que asesinando civiles y soldados en el monte, mientras que a los verdaderos demócratas aspiran verlos podrirse en una cárcel así sea con pruebas fabricadas y falsos testigos. La conjura de la “paz” es un círculo vicioso del que muchos colombianos son adictos y consiste en premiar, no sólo con impunidad sino con cargos públicos a los terroristas, que pasarán a ordenar a las bandas que no se acogieron al proceso los futuros crímenes, mientras seguimos siendo gobernados por las mismas corruptas castas políticas de siempre.

Yo sueño con todo lo contrario. Aspiro que se aplique la ley sobre los eternos victimarios de los colombianos, así como a todos los que desde la sociedad los han apoyado y publicitado durante tantas décadas, pues ninguno de sus crímenes es legítimo ni justificable de ninguna manera. También, clamo por que se haga justicia con todas y cada una de las personas que hoy son víctimas del terrorismo que se ejerce desde el poder judicial y recuperen inmediatamente su libertad. Esa, estimados lectores, es la única forma de hacer la verdadera paz y de dejar de caminar por la cuerda floja cada vez que al gobernante de turno se le antoje.

2 comentarios:

Fanny dijo...

Es el deseo de muchos, q se haga justicia contra estos bandidos. Excelente

MaguiOz16 dijo...

Muchas gracias, Fanny, por sus comentario.

Cordial saludo